Joaquín Vicente Carbó Díaz. El resultado es el que sigue:
EL EFECTO DE LOS RAYOS GAMMA SOBRE LAS MARGARITAS.
Por Carlos Javier Fdez. Martín
Paul Newman dirigió en 1972 esta hermosa película basada en la obra de teatro por la cual su autor Paul Zindel obtuvo el premio pulitzer un año antes. Joanne Woodward, esposa de Newman, fue la designada para encarnar a Beatrice Hunsdorfer el personaje principal y probablemente tanto para Newman en su faceta como director como para Woodward en su carrera de actriz fue esta la mejor película de ambos.
Ruth es la hija mayor de Beatrice, una adolescente extrovertida que ha heredado algo del ingenio e histrionismo sarcástico de su madre. En el instituto se interesa más por los chicos que por los estudios. Para complicar más la situación familiar padece de epilepsia y ataques de pánico nocturno lo cual ensombrece aún más la deprimida atmósfera familiar que reina en la casa y es también expresión del ambiente psíquico poco salubre que Beatriz ha irradiado a su familia. Ruth vive dolida y resignada en su interior por la falta de cariño que su madre demuestra hacia ella y su hermana pero sabe que habrá de llegar el día en que su subleve contra Beatrice "incapacitando" su autoridad materna.
ANÁLISIS SIMBÓLICO Y PSICOLÓGICO
La presentación del personaje de Beatrice ante el público se lleva a cabo mediante un plano muy elocuente que nos adelanta ya mucho de su compleja personalidad. El rostro de la mujer aparece reflejado en un pequeño espejo en el que se mira, en el interior de unos almacenes mientras, comprueba cómo le quedan las distintas pelucas expuestas para la venta. Aquí hay una metáfora clara que expresa el deseo inconsciente del personaje de ser otra persona, con una vida distinta alejada de la frustración en la que ella vive. Estos planos hacen hincapié del mismo modo en los rasgos excéntricos de su personalidad puesto que las pelucas que se prueba son en su mayoría extravagantes y de colores llamativos. El personaje delata aquí también su carácter indeciso y la inseguridad de su proceder cuando en una interpretación magnífica Joan Woodward mira de vez en cuando a su alrededor con expresión temerosa, inquieta ante la posibilidad de que alguien pueda estar observándola y riéndose de ella.
El estupendo guión de esta película está cargado de frases llenas de ironía e ingenio que sintetizan el pensamiento y la personalidad de Beatrice. Es una mujer que está dejando atrás la juventud y siente que ha comenzado su período de decadencia física. Cuando Ruth le pregunta que por qué ha comprado una peluca ella le contesta: "porque llega un momento en la vida de toda mujer en el que oye una vocecita que le dice: cómprate una peluca".
En la desolación de esta casa oscura, sucia y caótica hay una estancia sin embargo que es un reducto de orden y limpieza. La habitación dispuesta para el alquiler es la única en la que Beatrice pone cuidado y se esfuerza en que esté siempre impecable a la espera de que sea ocupada por alguien. Esta habitación representa la esperanza en la vida de Beatrice, la ilusión de que su vida mejore, y es un símbolo que quiere significar un punto de luz entre las tinieblas de la mente del personaje. Hay por tanto el atisbo de un camino de redención para Beatrice y en ello concentra su empeño inconstante y lo mejor de sí misma. La limpieza escrupulosa y el aspecto agradable de esta habitación evidencian que el personaje no es incapaz de obrar de manera constructiva cuando consigue salir por breves momentos de la apatía y el desinterés que condicionan su vida.
La familia Hunsdorfer vive bajo la anomalía pues en ella existe una inversión en el rol de sus integrantes. Esto queda expresado en la escena en la que las hijas despiertan a su madre antes de irse al colegio. No es la madre quien comienza el día levantándose para preparar el desayuno a sus hijas antes de despertarlas sino más bien al contrario dejando al descubierto el desinterés y la desgana que siente Beatrice a menudo hacia sus responsabilidades como madre.
LA ANCIANA
La llegada a la casa de la anciana cierra el círculo generacional de las mujeres que la habitan. La vieja Annie es una proyección en el futuro de Beatrice y así lo presiente ella misma cuando en un determinado momento contempla absorta desde la cocina la aparición fantasmal y ralentizada de la vieja, que camina sigilosamente por los pasillos ayudándose de su andador. Al igual que la anciana Beatrice está abocada a una vejez solitaria, abandonada por sus hijas. De hecho Ruth expresa un desprecio profundo hacia la idea de tener que cuidar a Annie, la anciana enferma, y este rechazo anticipa cual ha de ser su actitud futura cuando llegue la vejez de su propia madre.
LA RELACIÓN ENTRE BEATRICE Y SUS HIJAS
"no me gusta que se rían de tí... si se ríen de tí se ríen de mí" dice a Matilda dejando al descubierto que sólo concibe a sus hijas como una prolongación de su propio ego. Por eso reacciona con ira cuando observa la influencia de otras personas en ellas lo que entiende como una competencia intolerable. Pese a todo Beatrice quiere a sus hijas a su manera y demuestra su ternura hacia ellas en una hermosa escena en la que ,abrazada a Ruth, la tranquiliza tras haber sufrido esta una crisis de pánico durante la noche (aunque paradójicamente su hija se encuentra en tal estado que apenas percibe conscientemente este gesto amoroso de su madre).
Ruth almacena en su interior un rencor creciente contra su madre cuya figura opresiva trata de conjurar ridiculizándola en una determinada escena ante sus compañeros de clase en la que interpreta para ellos una imitación paródica llena de mordiente contra ella.
El camino de evasión de Matilda es distinto. Ella apenas es una niña aún y su carácter apocado le impide desafiar abiertamente la autoridad materna. Ha encontrado en la belleza de las ciencias una puerta de salida y al traspasarla dejará atrás para siempre la visión gris de la vida que el despotismo de su madre quiere instaurar.
El profesor Goodman (su nombre no es casual) eleva el espíritu de Matilda cuando en sus clases habla de la materia de la que estamos compuestos: átomos que bien podrían haber pertenecido a seres benéficos para la humanidad como Lincoln o Moisés y, yendo más allá, de la posibilidad real de que nuestros átomos provengan incluso de otros planetas y estrellas que explotaron hace millones de años. Todo esto simboliza una nueva perspectiva en la vida de Matilda, un orden distinto cargado de belleza y poesía. Hay aquí una conexión con lo espiritual a través de lo científico, pues en este caso ambos términos no son contradictorios, ya que subyace en esa referencia a las estrellas y a la inmortalidad de sus átomos un afán por buscar la trascendencia de lo puramente material y mundano a través de la observación de los fenómenos del cosmos; siendo este una representación de la divinidad creadora que irradiaría su propia naturaleza original hacia todo lo que está constituido en el universo. Matilda encuentra así una salida en el descubrimiento de la belleza de la inmensidad del cosmos de la que, en nuestra pequeñez, todos los seres humanos formamos parte. Eso es lo que parece vislumbrar en las clases del señor Goodman y en esa certeza comienza a desarrollar su descubrimiento acerca de la belleza de la vida, de la suya propia y de su valor como ser humano frente a la sordidez y el escepticismo del carácter negador y sarcástico de su madre.
EL SÓTANO Y LA COLINA
La secuencia del sótano de antigüedades resulta muy rica simbólicamente y supone un momento crítico para el personaje de Beatrice, pues es en este lugar donde llega a alcanzar el fondo de una desesperación que se acerca peligrosamente a la locura. Tras conocer a cierto hombre en el bar en el que intenta mitigar su último revés es conducida por este al sótano en el que él almacena las antigüedades con las que comercia. Los planos desde arriba muestran una enorme sala oscura llena de todo tipo de antiguallas que se apilan polvorientas e inútiles en la mayoría de los casos. El sótano es una representación simbólica de la mente de Beatrice. Si en el desorden de su casa se hace notar también este simbolismo, se contamina allí de otros significados pues existe al mismo tiempo la intención de mostrar la negligencia con que ella aborda las tareas domésticas y la atmósfera de decadencia familiar. Sin embargo el sótano libre de aquellas connotaciones es una sublimación en estado puro de la situación mental de Beatrice. Para acceder a este sótano hay que bajar desde la superficie, es decir, estaríamos penetrando en el interior de su alma. Los trastos que se cubren de polvo en el sótano son una metáfora de los pensamientos y los recuerdos que han quedado atrapados en la mente de Beatrice: en su mente también abundan los "objetos antiguos" es decir en ella acapara todo tipo de recuerdos traumáticos, interpretaciones erróneas, prejuicios, rencores, imágenes, disgustos, sinsabores, pequeños odios, envidias, complejos, resentimientos, , dudas, etc. Toda una amalgama de material psíquico pernicioso que hace referencia al pasado y que constituye un espacio claustrofóbico e insano que obstaculiza la evolución favorable del personaje y amenaza con asfixiarla en este ambiente enrarecido que lejos de menguar se agranda por momentos. La conducta del hombre que la acompaña al intentar abusar de ella actúa como la chispa que hace explotar la desesperación de Beatrice. Allí en el interior del sótano/mente ella estalla de rabia y dolor al descubrir ante sí la magnitud cada vez mayor de su frustración. Y esa explosión de ira es la reacción propia de quien se siente perdido ante un problema cuya raíz no sabe identificar, el grito de terror ante la percepción de una angustia que le quema y que le oprime con un origen que no es capaz de comprender y cuyo remedio por tanto es incapaz de llegar a alcanzar.
La secuencia posterior a la del sótano es la de la colina que viene determinada en su contenido por el intento de oponer una situación contraria a la anterior. Tras huir del sótano presa del histerismo Beatrice espera el amanecer en el interior de su coche detenida en la cuneta de la carretera. Con las primeras luces del día, es decir con una luz pura y blanca en oposición a las tinieblas del sótano/mente ella, presa aún de una gran agitación mental, abandona el coche y comienza instintivamente a ascender por una ladera verde y despejada en contraposición al espacio subterráneo y atestado que supone el sótano. Necesita respirar aire puro, es decir aún inconscientemente y a la desesperada sabe que necesita salir del cerco opresivo al que su mente la tiene sometida si no quiere acabar enferma y desquiciada. El propósito de ganar altura ascendiendo por la colina en una loca carrera para alcanzar su cima ejemplifica también su deseo interior de obtener una visión de conjunto más atinada, "desde arriba" que le permita al fin liberarse del lastre que tira de ella hacia abajo y orientarse correctamente para conducir su vida y la de sus hijas por el camino adecuado.
Pero el pasado, que no le da un respiro, la persigue en forma de agente de policía que la sigue subiendo la ladera tras ella para amonestarla por su estacionamiento indebido. Cuando ella se detiene y ambos se encuentran el policía resulta ser un antiguo compañero de instituto. Mantienen una charla sobre los viejos tiempos y en el transcurso de ella el policía le hace saber que está casado con Marion Coley, una antigua rival de Beatrice , y además le hace notar que ha resultado ser un feliz matrimonio. El ascenso por la colina de Beatrice (es decir su intento de pensar con claridad y liberarse del pasado que la oprime) ha cesado bruscamente al ser detenido por el policía (una represetación del pasado, un agente de la autoridad al servicio de su propia mente enferma que la detiene antes de que ella pueda dar un paso que opere cambios que la liberen de su opresión) y toda pretensión de pensar con claridad se diluye al irrumpir de nuevo en su conciencia el pasado y con él los sentimientos de envidia y resentimiento contra aquellos que ella imagina más afortunados.
EL CONEJO BLANCO
El conejo blanco que cuida Matilda como tarea extraescolar asignada por su profesor de ciencias posee también connotaciones simbólicas de las que cabría decir algunas cosas. Atendiendo al rol que en el libro de Lewis Carrol “Alicia en el país de las maravillas” se le adjudica a la figura del conejo blanco bien puede decirse desde entonces que esta figura emblemática representa a un ser que tiene el poder de guiarnos en el tránsito entre dos realidades opuestas. Es decir que actuaría como un guía que nos conduce hacia una dimensión distinta a la nuestra si nos mostramos dispuestos a seguirlo. De esta manera Matilda realiza su particular viaje al otro lado del espejo hacia un mundo luminoso, pleno de sentido donde todos los fenómenos naturales y sus milagrosas manifestaciones cobran una significación sagrada. Al cruzar este umbral abandona definitivamente la oscura dimensión que habita su madre en la que todo es un vacío de mezquindad y escepticismo. El conejo blanco es en realidad un avatar del profesor Goodman que es de quien intenta vengarse Beatrice cuando mata al animal. Este acto es inconscientemente un sacrificio ritual con el que la madre de Matilda pretende por un lado dañar de alguna manera a quienes se ríen de ella y por otro neutralizar la influencia de terceras personas e impedir la huida de su hija hacia una realidad más armoniosa y dotada de sentido.
Pero el señor Goodman y su conejo blanco han completado para entonces su tarea y el sacrificio del animal que en su simbolismo se ocupa de conducir al viajero hacia otra esfera resulta ya inútil. Cuando Matilda descubre su cadáver no rompe en un llanto infantil como podría esperarse de ella porque la transformación ya se ha operado. El acto de entrega del primer premio de la feria de ciencias escenifica el ritual del paso a un estado mental distinto y en esta ceremonia se la inviste por fin del poder que le otorga la nueva perspectiva vital en la que se sitúa. La culminación de este proceso la convierte en una persona llena de equilibrio y fortaleza. Matilda ha dejado atrás el miedo y la inseguridad infantiles y experimenta un proceso de maduración que la libera de la tiranía de su madre quien continuará irremisiblemente perdida en el oscuro sótano de su mente. Por eso Matilda reacciona con serenidad y se limita a llevar el conejo fuera de su habitación depositando su cadáver en el exterior de la casa. Allí deja al descubierto, ante los ojos de todos la maldad inútil del acto de su madre exhibiendo el cadáver del conejo que es también el cadáver de su antigua personalidad.
EL FIN DE LA AUTORIDAD DE BEATRICE
Cuando Ruth oye casualmente la conversación en la que una profesora y antigua compañera de clase de Beatrice hace referencia a esta como “Betty la loca” y rememora alguna de sus extravagantes “hazañas” de aquella época Ruth siente que comienza a derrumbarse el poco respeto que aún siente por su madre.
Su madre está “loca” como ella misma sospechaba ya, lo confirma al oírselo decir a una profesora del colegio que la conoció bien. Esta circunstancia viene a conceder a Ruth el argumento que necesitaba para emanciparse, al menos moralmente de su madre y desde entonces esta queda deslegimitada para ejercer sobre ella autoridad alguna.
“¡Betty la loca!” le grita una y otra vez en la escena en la que la madre se prepara para ir a la entrega de premios. Beatrice se derrumba al rememorar el adjetivo cruel con el que se la maltrató en el pasado esta vez en boca de su propia hija. Y a partir de aquí será ya incapaz de hacerse respetar como madre.
Beatriz llega tarde y con unas copas de más al salón en el que se han entregado los premios de la feria científica. Ataviada con un viejo traje de noche que desentona por completo con la naturaleza del acto, Beatriz presa de sus emociones y del alcohol se entera de que su hija ha ganado el primer premio. El público ya ha abandonado el local sólo quedan sobre el escenario los premiados sus profesores y algunos familiares. Beatrice se acerca al escenario sin subir a él (ella está abajo y sus hijas Matilda ganadora del premio y Ruth que la acompaña se sitúan en un simbólico plano superior, es decir sus hijas están ya por encima de la jerarquía materna) y desde abajo, al borde de la histeria, repite la frase que había ensayado para tal ocasión "mi corazón está henchido de orgullo”.
La secuencia final en el terreno exterior a la casa escenifica el nuevo status quo familiar. Beatrice , con una vaso de whisky en la mano, habla allí de limpiar el jardín para convertirlo en un lugar agradable en el que sus hijas puedan hacer vida social con sus amigos. Existe en la formulación de este proyecto una promesa de regeneración que pretende recuperar el respeto y el cariño de sus hijas. Pero Ruth, que la escucha sentada en el jardín, la observa con una dura mirada de desprecio como quien escucha los desvaríos de una persona que tiene su mente extraviada. Entonces aparece Matilda exhibiendo el cadáver del conejo blanco para avergonzar a su madre y todo pone de manifiesto que Beatrice habla ya solo para sí misma porque nadie la cree ni la escucha incluso ella misma se sabe vencida.
Al final Matilda, sentada en el porche en medio de la noche rememora las palabras de su exposición durante el concurso de ciencias y tras ello se escucha la frase que certifica su triunfo sobre el oscuro espíritu de su madre al afirmar su fe en la belleza y en el valor de todo lo creado: “No mamá, yo no odio el mundo”.
Carlos Javier Fdez. Martín. Domingo 4 de octubre de 2009
A continuación el email que envié a Carlos:
ÁTOMO-COSMOS-TIEMPO-MADUREZ-MUERTE-DESINTEGRACIÓN Y MARGARITAS.
Al fin encontré el momento para trasladar a este correo lo que escribí en papel el miércoles 16 de septiembre de 2009 más las correcciones y añadidos posteriores. El 18 de octubre revisé de nuevo el film e hice nuevas anotaciones. Hoy lo titularé:
LAS MARGARITAS DE NEWMAN.
Por Joaquín Vicente Carbó Díaz.
Al comienzo del film la pequeña protagonista Matilda, está realizando en el aula el experimento que da título a la película.
A continuación, en un comercio, su madre Beatrice (encarnada por una Joanne Woodward esplendida) comienza a dar pistas de su personalidad al probarse frente al espejo distintas pelucas. De esta conducta deducimos insatisfacción y la necesidad de cambio de un personaje profundamente magnético y cautivador para el cinéfilo.
Matilda es una niña retraida, tímida y en una edad difícil, a lo que se le añade la desgraciada ausencia de la figura paterna. Tiene una hermana algo mayor y de caracter más abierto, Ruth. La pequeña sale en solitario del instituto. En cambio, su hermana no está sola. Se la ve por primera vez charlando en grupo con otros chicos y chicas en el exterior. Beatrice las espera en la calle para recogerlas en el automovil.
Ya en el vehículo, la conversación gira en torno al aparato digestivo de Matilda (del que Herbie Fox, compañero de estudios de la chica, hace dibujos en clase) y al único testículo del chico de los Fox. La madre bromea como de costumbre: 'PRONTO APRENDERÁS QUE LA MAYORÍA DE LOS HOMBRES, SÓLO TIENEN UNO'. Ruth no descuida su peinado y se cepilla constantemente.
Vuelven a casa, tras adquirir algunos productos en el supermercado. Del coche a la entrada del hogar la madre pronuncia una frase clave (''PUES CLARO QUE SE ACABÓ. CUANDO UNO MUERE, SE ACABA TODO''), mientras Ruth cierra el maletero cargada con las bolsas y ataviada con la peluca rubia (rejuvenecedora) que finalmente eligió su madre.
En la casa hace aparición el conejo de Matilda, un regalo de su profesor, al que ella se aferra en un acto infantil como a un peluche. Este conejo blanco es un símbolo que identifica la necesidad de la pequeña de 'huir' del mundo de los adultos y sus problemas.
A continuación, se produce el episodio de la vecina en estado cataléptico y Beatrice especula sobre los días que lleva en la misma posición. De nuevo el tema de la MUERTE aparece en escena. Ruth no quiere ni pensar en la idea de comprobar si la Sra. McGardis está cadáver. De los labios de la madre surge la frase: ''HAY PERSONAS QUE SE ENCARGAN DE LA GENTE QUE LLEVA TRES DÍAS MUERTA''. Pero se equivoca, su vecina se 'despereza', como se equivocará otras tantas veces.
Matilda mete al díscolo conejo en su habitáculo, pues parece no querer permanecer enjaulado. Más tarde vemos a la madre que lee tendida en su cama, al tiempo que sobre la mesilla de noche el reloj nos muestra que la medianoche hace rato que pasó. Sin sueño, Beatrice arroja al suelo la revista que no cumplió su objetivo. Por la mañana cuenta a Matilda como había soñado que era un zorro (animal astuto, hábil, espabilado y pícaro, cuyas cualidades inconscientemente quisiera tener Beatrice). La pequeña se levanta con la intención de acudir a clase para realizar un nuevo experimento del Sr. Goodman y a continuación, como contrapunto, Ruth rellena el sujetador para aparentar más pecho.
Matilda, en silencio, observa su plantación de margaritas y al fondo la pecera funciona como metáfora del elemento placenta-líquido amniótico de la que aún no ha salido esta chica adolescente en proceso formativo y en plena metamorfosis.
Beatrice consigue ingresos extra a través de la venta telefónica desde casa ('pequeños engaños' para gente ingenua) al tiempo que descuida la limpieza y orden del hogar. Flirtea con su vecino el fontanero siempre atareado en reparaciones y bromea con la peluca que compró: ''ES LA NUEVA YO''
Mientras Matilda atiende y saca partido a las clases de su poético profesor, su hermana Ruth se entrena como animadora (cheerleader). Su bastón de mando lanzado al aire acrobaticamente es una incognita al capricho del azar. Por contra Matilda se mira la mano y 'sueña' con el ÁTOMO. El Sr. Goodman le dice que también ella es un DIAMANTE y nosotros pensamos que lo es, pues en sus manos está conseguir lo que se proponga.
Ya en casa, Matilda se esfuerza por explicarle a su madre en que consisten sus nuevos conocimientos. Pero Beatrice no 'sintoniza' con su hija menor, empeñada en encontrar en la TV el canal que nunca consigue ver (no ver el canal que otros ven, tal vez represente la 'anormalidad' con respecto a los demás). En sus frases expresa la frustración: ''TENGO UNA HIJA MEDIO TONTA Y OTRA MEDIO SABIA. UNA CASA LLENA DE CAGADAS Y UNA MEDIOMUERTA''. Todo está a medias en su vida, ya que ella es sólo la mitad de una pareja de progenitores. Incluso el compañero de su hija Matilda, Herbie Fox (zorro), está a la mitad genitalmente hablando.
Floyd, hermano de su fallecido marido, vive en un barrio donde se advierte el canto de los pájaros (esto llama la atención de Beatrice), los árboles son más numerosos y mantienen sus hojas verdes. Por contra donde ella vive se oyen sirenas, aviones, pasan vehículos ruidosos y hay árboles desnudos.
La decepcionante entrevista la lleva a la barra de un pub donde conocerá al Lobo del cuento, del que logra escapar 'nuestra' Caperucita que no olvidemos tiene una 'ABUELA' (Nanny=Annie) que cuidar.
Aparece en acción la anciana Annie que encarna la ultimísima etapa del ser humano. Casi un 'vegetal' que necesita de atención y cuidados, y cuya última hora se encuentra a la vuelta de la esquina. Annie representa tanto la cercanía de la MUERTE, que la joven Ruth la odia y desprecia. Tal vez por que ella vive una etapa de la vida en el polo opuesto y por su particular 'anormalidad'. Alojar a la anciana es uno de los motivos de desencuentro con su madre con la que comparte aficiones de juventud, el teatro (la vis cómica), el baile (animadora)... Ruth recién comienza a vivir y es tan distinta de su hermana Matilda que mientras ella se pinta las uñas, la pequeña riega las plantas y anota en su diario el seguimiento de las margaritas. La joven tendrá lo que parece ser un ataque de epilepsia 'provocado' por el asco que siente hacia la vieja Annie y todos esos inquilinos anteriores. La hija mayor, es la 'margarita' más frágil.
Una de las escenas más interesantes del film se desarrolla en el descansillo de la escalera, tras la pesadilla de Ruth (uno de los carteles publicitarios recoge este momento) la madre les cuenta un sueño que ha tenido en el que está junto a su padre (único hombre de su vida que no la defraudó) vendiendo verduras con la carreta y en el que suena la campanilla ( '' DONG DONG DONG DONG '' ) .
En un momento concreto de la obra maestra de Paul Newman, Matilda explica el concepto de la vida media y la radiación. En este punto, aparece una palabra clave: DESINTEGRACIÓN. Tarde o temprano todos los seres vivos nos desintegramos.
Matilda necesita transmitir sus conocimientos, pero hermana y madre están menos dotadas para estos 'quebraderos'. Finalmente encuentra en Annie una oyente paciente para sus experiencias. Allí, en el descuidado 'jardín', Ruth lanza su bastón al aire y Beatrice comenta: ''ANTES ME PREGUNTABA POR QUÉ DECÍA LA GENTE: PARECE QUE FUE AYER''. Efectivamente el implacable paso del tiempo planea sobre nosotros y es uno de los temas importantes de la película.
Al margen de la metáfora de la margaritas, el TIEMPO, materializado en forma de CONEJO BLANCO es el gran símbolo de este film del año 1972. Un conejo que tiene su origen en el personaje de LAS AVENTURAS DE ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS obra escrita por Lewis Carroll en 1865. Siempre apresurado, lleva un reloj y va diciendo: ''¡DIOS MÍO! ¡DIOS MÍO! ¡QUE TARDE VOY A LLEGAR!''.
Beatrice suele beber habitualmente y los comentarios de Ruth acerca del sobrenombre (BETTY LA LOCA) desencadenan un estado de shock que la lleva a exederse con la botella. Ebria y perturbada por dos enfrentamientos con otros tantos personajes, descargará su frustración y su ira contra el conejo. La muerte de este pudiera tener dos posibles significados (compatibles ambos):
El fin de esta escena nos muestra su figura negra recortada por un fondo blanco, abandonando el recinto por 'la puerta de atrás', más derrotada y fracasada que nunca, dando una imagen de sombra espectral que camina hacia la luz. Su desquiciamiento en el film ha ido a la par que su afición a consumir licores y latas de cerveza.
Beatrice es una madre que no sabe como hacerlo mejor y que sabiendose culpable intenta ganarse de nuevo la confianza de Ruth (que se ríe con alguno de sus disparates). Está ebria pero no falta de buena voluntad. Charlie el fontanero, 'agotado', se retira de la función.
La imagen se desenfoca, no sabemos que será de esta chica, pues la historia se acaba. Los trazos desdibujados del rostro parecen cobrar en su indefinición una cierta madurez. Comienza otra nueva etapa, la del crecimiento personal y la transformación en un ser adulto.
Y a RUTH. Con la mayor radiación. Resultado: unas plantas enanas y otras murieron.
La madre, BEATRICE. Con la menor radiación. Resultado: normales en apariencia.
La apariencia de Beatrice, es la de una madre viuda que lucha por tener una vida mejor para ella y sus hijas. Soñadora, excentrica, sarcástica, exigente y dura con las niñas (si bien es cierto que debe concentrar en una sola figura la ausencia paterna y su propio rol materno). Este doble papel hace que 'descuide' la vertiente femenina que rige el orden y limpieza del hogar en contraste con la habitación que pretende alquilar. El título original del film es THE EFFECT OF GAMMA RAYS ON MAN-IN-THE MOON MARYGOLDS. Existen variantes del cartel anunciador de film en inglés. El 1º muestra a Beatrice rabiosa y enojada hablando por teléfono en una fotografía en blanco y negro velada a un tono rosáceo que está encabezado por una frase que reza: LA VIDA FUE PERRA (DURA) CON BEATRICE HUNSDORFER Y VICEVERSA.
Y el 3º muestra la escena de las tres en la escalera de la casa tras la pesadilla de Ruth, la frágil 'margarita' en la posición más baja que aparece protegida por su madre. Beatrice en medio de ambas hijas, y Matilda por detrás pero por encima a una distancia que permite establecer una clara diferencia entre ellas (Beatrice y Ruth tienen más afinidad). La pequeña ' Tillie ' de la obra de Paul Zindel crecerá más fuerte y más hermosa y tendrá, posiblemente, más oportunidades en la vida...
Joaquín Carbó, Vicente Díaz. Finalizado a las 18:20 del martes 20 de octubre 2009
Es una estupenda película que vi en su estreno. En Venezuela la exhibieron con el título: "El efecto de los rayos gamma sobre las flores de la luna". No sé por qué, pero pasó casi desapercibida y no sólo aquí; veo que en Internet no hay mucha información, excepto lo que ustedes escribieron, en general es subestimada. No la he conseguido en DVD. Ojalá la pueda volver a ver. Gracias por recordármela a través de un análisis tan primoroso.
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